Brasil es un país muy bello por su grandeza y
diversidad de culturas y vida natural. Es muy claro que Brasil es un país muy
rico, pues cuando alguien viaja por su
extenso territorio las atracciones
culturales ganan vida.
En el norte, especialmente en la Amazonía, viven pueblos
fértiles en características indígenas y
originarias que contrastan con las grandes industrias locales. En el Nordeste, hay
un pueblo fuerte, con una gran amabilidad, rodeado de bellísimas playas y
grande influencia de Portugal.
El
Sudeste es la región más populosa y más prospera del país, donde hay muchos
inmigrantes Italianos. Ya en el Sul, todo es muy diferente, la mayoría son descendientes
de alemanes y personas de otras partes de Europa.
Brasil es el resultado de un pueblo muy misto, con
características muy atrayentes, y consecuentemente parece que no existen
problemas en el país. Pero hay muchos problemas, especialmente con los
políticos.
Brasil tiene una economía fuerte,
más la administración pública del dinero es lastimosamente pésima. La
recaudación tributaria brasilera es igual a la de Inglaterra, y ‘paradojamente’
la distribución es como un pobre país en África. ¿Cómo pueden los brasileros
cambiar esta situación?
Es necesaria una amplia transformación en las leyes para punir a
los corruptos con sentencias más rígidas. El pueblo necesita conocer más profundamente los
candidatos en las elecciones y principalmente cada uno de los brasileros precisa
trabajar por un país mejor y más justo pensando en las generaciones futuras.
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